El mar me libera y me ayuda a seguir. Nadar en él es como entrar en trance, sentir que el cuerpo se funde con cada brazada a la vez que sigue respirando. Cuerpo y mar; sólido, líquido y aire (recordando a Zygmunt Bauman )
La serie CUERPO-MAR ha surgido durante la pandemia como una estela de esa libertad a la que hemos renunciado por el bien común. Al igual que La sirenita ( Hans Christian Andersen) , que renuncia a su voz para poder estar con el hombre, terrestre, del que se ha enamorado.
Pero, al contrario de lo que han hecho creer a las “generaciones Disney” (Lo quiero, lo tengo), el cuento no acaba tan bien. No consigue al príncipe, pero sí la eternidad en forma de hija del aire.
Cuando era más niña, este cuento me ponía triste a la vez que me gustaba, como El príncipe y la golondrina ( El príncipe feliz de Oscar Wilde). Son nudos de melancolía que nos ayudan a crecer.
En una sociedad infantilizada en la que nos venden continuamente el consumismo de la falsa felicidad, y en la que parece que cuesta tanto cualquier renuncia o sacrificio, leer cuentos “de verdad” sería muy necesario.